miércoles, 13 de julio de 2011

La crisis del primer contacto

El primer contacto entre la humanidad y una civilización extraterrestre supondrá un hecho que cambiará toda nuestra realidad. Será una de esas ocasiones en las que, sin ninguna duda, se podrá decir que a partir de ese día ya nada fue lo mismo. El encuentro puede ser fuente de muchos problemas, depende de cómo se realice.
No es lo mismo detectar una señal de radio de un planeta muy lejano con el que probablemente nunca contactemos físicamente, que entendernos cara a cara con una flota de naves exploradoras interestelares alienígenas. Las esperanzas, los temores, los prejuicios, las ideologías, todo lo que los seres humanos llevamos dentro saldría al exterior en caso de un contacto real y cercano.
Décadas de mediocres películas sobre extraterrestres no han hecho gran cosa ante lo que realmente supondría para las sociedades actuales el encuentro definitivo con nuestros hipotéticos vecinos cósmicos. Lo primero que caería de forma instantánea sería antropocentrismo. Ya no habría ninguna duda, no seríamos los únicos seres inteligentes del universo, nuestra ilusión como reyes de la creación desaparecería en un solo instante. Miles de años de arrogancia tirados a la basura.
Si la civilización con la que contactamos es mucho más avanzada que la nuestra, podría entrarnos un grave complejo de inferioridad, miedo e incluso una “depresión” a escala planetaria. Nuestro provincianismo desaparecería para enmarcarnos de forma más correcta dentro del universo. Sería una oportunidad única para mantener unida de verdad a la humanidad y poder aprender de culturas verdaderamente diferentes. Las religiones y las filosofías entrarían en crisis desde el mismo día del contacto al constatar que sus “verdades” universales no son más que pequeños gestos de soberbia humana. Una aterradora posibilidad es la de establecer relaciones con una raza extraterrestre “maligna”, que considere la vida en la Tierra como algo sin importancia. No podemos conocer las orientaciones éticas de las civilizaciones en el universo, muchas podrían estar tan avanzadas que no seríamos más que simples hormigas para ellos, incapaces de escrutar ni uno solo de sus movimientos.
Hay una opinión, bastante extendida, según la cual, cuanto más avanzada es una civilización más benigna se torna. Contactar con civilizaciones que posean un grado de desarrollo ético y tecnológico similar al nuestro podría llevarnos a un conflicto desastroso, no hay más que conocernos un poco para darnos cuenta de ello, al repasar nuestra propia historia.
La ciencia ficción ha tratado el tema del primer contacto desde todos los puntos de vista imaginables. En algunos relatos se nos considera como una mala semilla, una influencia negativa para el resto del universo, por lo que nos mantendrían aislados de un contacto. Esta es una de las muchas formas para “explicar” porqué no se ha producido tan esperado acontecimiento. Sea como fuere que ocurra, seguro que la realidad superará cualquier versión imaginada.
No estamos preparados realmente ante el contacto, pero ya se han tomado algunas curiosas iniciativas en caso de que suceda tan sorprendente hecho. Varias sondas espaciales de nuestro mundo portan discos y placas con datos acerca de nuestra cultura, para que sean leídos por cualquier extraterrestre que las encuentre vagando por el espacio. En 1974 se envió un mensaje de radio al espacio desde el radiotelescopio de Arecibo con el mismo fin, y ya se han dado los primeros pasos para establecer un código de relaciones diplomáticas en caso de contacto con civilizaciones extraterrestres.
Todo esto no son más que tímidos pasos en caso de que el gran día llegue, de todas formas no estamos preparados ni lo más mínimo. Pasarán muchos años antes de que la conciencia global de la humanidad esté en condiciones de asumir el gran reto que supone el primer contacto.


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